Cortijo El Puerto, aceite ecológico 4.0
22 de diciembre de 2023
Ingeoliva S.L, situada en Lora del Rio (Sevilla), es una empresa familiar que apuesta por las nuevas tecnologías y la agroecología tanto en el olivar como en la almazara para producir Cortijo El Puerto, aceite ecológico 4.0. Así es como trabajan
Ingeoliva S.L. inicia su andadura hace ya más de una década con la adquisición de la finca Cortijo el Puerto de Lora del Rio, en Sevilla, para dedicarse a la producción de aceituna y su transformación en
aceite.
La pasión por la agricultura, innovación y ecología llevaron a Enrique de la Torre Liébana y su familia a emprender un novedoso proyecto en la producción de aceite de oliva bajo la marca “Cortijo el Puerto”.
La actividad olivarera girará desde entonces en torno a la aplicación de los avances tecnológicos tanto en el campo como en la transformación en su almazara ecológica y bioclimática.
Reconocimiento a la buena labor desempeñado en Ingeoliva es el premio Alimentos de España a la producción ecológica. Igualmente, el sello Pyme innovadora hace referencia a la constante labor de investigación llevada a cabo en la finca y en la almazara
En el campo, la tecnología se aplica en todos los ámbitos, desde la organización de las diferentes tareas en un cuaderno de campo digital, como en la observación del estado del cultivo o la recolección. Por toda la finca hay una serie de sensores de humedad con los cuales se programa el riego. Estos, sensores se complementan con una estación meteorológica a través de la que se pueden hacer predicciones. Con el objeto de hacer un mejor uso del agua, el riego se programa en función de la humedad registrada en el suelo y el pronóstico del tiempo. El uso responsable del agua, un bien cada vez más valorado y escaso, es fundamental para Ingeoliva y por ello cuenta con un sistema de recogida de aguas pluviales en la almazara para su posterior uso en tareas de limpieza de instalaciones o maquinaria.
Actualmente Ingeoliva S.L. están participando en el grupo operativo TIC4BIO cuyo principal objetivo es calcular la huella del agua en el cultivo y en la almazara.
En campo, otra de las ayudas de la tecnología viene de la mano de la observación de los olivos. En este sentido se complementa el uso de drones con las imágenes por satélite. Enrique comenta que “los drones los utilizamos cuando queremos hacer una observación de precisión, para detectar problemas más concretos. Las imágenes por satélite las empleamos mucho porque a pesar de tener una precisión más baja ofrecen una visión general de la finca, son una herramienta muy práctica, sencilla, económica y de fácil acceso”.
Estas últimas son las razones por las que cada vez las imágenes por satélite son empleadas cada vez más en todo tipo de cultivos agrícolas.
El apartado de la recolección está totalmente mecanizado. Enrique, en su pasión por la tecnología aplicada a la agricultura planificó todas las plantaciones de olivos en forma de seto. “Sería prácticamente imposible recoger toda esta cantidad de aceituna en óptimas condiciones sin ayuda de la maquinaria. Hai variedades que se adaptan mejor al seto que otras, nosotros trabajamos con 10 clases para poder ver el potencial productivo y la calidad que ofrece de cada una de ellas”.
Esta forma de cosechar es primordial para conseguir una aceituna de máxima calidad pues Enrique destaca que “de esta forma la cosecha es mucho más rápida y así podemos hacerla en el momento óptimo, además de que el fruto está menos tiempo al sol y en los remolques, llegando más fresca a la almazara para su procesado”.
Apuesta por la agroecología
La apuesta por la agroecología en Ingeoliva se ve plasmada en el uso de las cubiertas vegetales, ayudando a la biodiversidad en el campo que ayuda a mantener un equilibrio ecológico. “Las cubiertas en nuestra finca tienen varias funciones. En primer lugar, previenen la erosión del suelo de las lluvias que lavan la capa superficial y más fértil de la tierra. En segundo, generan un ecosistema que atrae insectos beneficiosos para el olivo y que pueden contrarrestar otras plagas. Por último, y no menos importante, sirven de alimento para un rebaño de ovejas que son las encargadas de mantener estas cubiertas aparte de generar, con su estiércol, un compost con el que abonar los cultivos. En el compostaje trabajamos en un proyecto europeo para sacar el máximo potencial a este abono natural”.
El manejo de las cubiertas vegetales puede aportar grandes beneficios al campo, sin embargo, requieren de un correcto mantenimiento para crear ese ecosistema beneficioso para el olivar y no entrar en competencia por nutrientes o agua. De esta forma las ovejas pastan durante los meses de lluvias para descansar en los meses de verano cuando el pasto ya está seco.
Manejo de las ovejas para controlar la cubierta vegetal
La introducción de pequeños rumiantes, encargados de mantener las cubiertas vegetales, permite a Enrique afianzar el carácter ecológico y biodinámico del olivar. El rebaño de ovejas sirve como desbrozadora natural al tiempo que generan el compost con el que ir abonando los árboles.
“Tenemos 20 subparcelas valladas, de entre 5 y 10 hectáreas, por donde vamos rotando las ovejas practicando un pastoreo holístico. De esa forma, los animales entran en una parcela y cuando vemos que las calles entre setos están limpias las cambiamos de finca dejando descansar la tierra, para tener siempre hierba fresca y no castigar el pasto”, explica.
Complementando su labor, las ovejas participan en la poda de los pequeños brotes que salen en la parte inferior del árbol, dejando limpio el tallo hasta algo más de un metro sobre el suelo
Las razas seleccionadas en Ingeoliva son aquellas más adaptadas a las características geográficas y climáticas de la zona, es decir, las razas autóctonas. Así, la raza merina blanca se complementa con la merina negra, en peligro de extinción, o la churra lebrijana. De esta última raza, Enrique recibió 3 ejemplares de la Diputación Provincial de Sevilla para recriar dada su situación peligro crítico de extinción. A día de hoy ya hay cerca de medio centenar de churras lebrijanas entre los olivos.
Durante la mayor parte del año las ovejas pastan en las fincas, excepto en las épocas de sequía o de recolección de la aceituna, donde están en un corral alimentadas con forrajes y pienso ecológicos. Actualmente, periodo en el que las ovejas están en gestación todo el rebaño rota en conjunto por la finca, excepto los machos que permanecen apartados. Durante las épocas de cubrición se forman 3 lotes, separados por razas y así conservar la pureza y seguir con la recuperación de estas razas.
Una almazara bioclimática con las últimas tecnologías
Una vez realizada la cosecha, la aceituna se transporta a la propia almazara de Ingeoliva. Se trata de una construcción bioclimática que minimiza las fluctuaciones de temperatura en su interior. Los muros de esta construcción están aislados con materiales naturales como pacas de paja o lana de oveja, utilizando maderas sostenibles en su estructura. El proceso de transformación está totalmente controlado por sensores y actuadores donde todo está parametrizado. “De esta forma la temperatura de la masa, la adicción de agua y otras acciones están automatizadas. Una serie de sensores se encargan de recoger información que luego será procesada en un ordenador, enviando unas órdenes concretas para mantener las variables dentro de los límites preestablecidos” explica Enrique sobre su almazara 4.0
El uso de energías renovables hace de Cortijo el Puerto una almazara prácticamente autosuficiente que combina la geotermia con la energía solar. “Excepto en temporada de molturación, donde tenemos un pico de consumo y tenemos que utilizar energía de la red eléctrica, durante el resto del año somos prácticamente autosuficientes. No sería viable dimensionar las instalaciones para conseguir cubrir un pico de consumo que tenemos durante un mes y no aprovechamos el resto del año”, explica.
Un último paso en el que trabaja Ingeoliva es la apertura de puertas de la finca y almazara, dando respuesta al creciente interés por parte del consumidor acerca de origen y proceso de elaboración de los productos, además de complementar la actividad con unos ingresos derivados del turismo.
“Estamos preparando unos paquetes turísticos que pondremos en marcha este otoño para dar a conocer al consumidor el trabajo que hacemos en la finca y explicar el trabajo que hay detrás de cada botella de aceite” explica Enrique.
Conscientes de la importancia de la formación y de transmitir las virtudes y oportunidades del aceite de oliva, Enrique y su equipo participan en actos gastronómicos o ensayos de nuevas prácticas o productos, así como asesorando sobre las características y posibilidades de cada variedad de aceite.
En el apartado de comercialización Ingeoliva combina la distribución convencional y la comercialización directa a través de la tienda instalada en la propia almazara y una tienda virtual.