VIGILANCIA TECNOLÓGICA

Agricultura de precisión en secano aplicada a la producción de cereales

Hablamos con el agricultor navarro Marcos Esteve, un referente en reducir la huella ambiental de su explotación gracias a la tecnología, logrando una disminución del 85% en el uso de fitosanitarios y del 30% en fertilizantes.

Marcos Esteve en su tractor, dotado con sistemas de autoguiado por GPS

Producir más con menos. Es el logro de Marcos Esteve Pamias, un joven agricultor navarro que ha revolucionado la explotación familiar gracias a la digitalización, la toma de datos y la agricultura de precisión, consiguiendo aumentar un 40% la producción de cereales con una reducción drástica de los insumos utilizados.

Hace 6 años, con sólo 20, Marcos tuvo que hacerse cargo de las fincas, de las que hasta entonces se encargaban su madre y su tío. Son 220 hectáreas dedicadas a la producción de cereal en La Valdorba, en la zona media de Navarra, a tan sólo 30 km de Pamplona.

Estaba estudiando la carrera de ingeniería mecánica, así que empezó a aplicar sus conocimientos de termodinámica al campo, buscando tecnologías que le pudieran ayudar en la toma de decisiones y maquinaria más precisa para realizar las labores agrícolas. “Quería ser más eficiente en las siembras, el abonado y los tratamientos», explica. Pero las herramientas con las que contaba no le servían para eso. «Sólo tenía un tractor convencional, sin GPS, ni automatización, ni conectividad, ni tampoco datos de cosecha», explica. Así que decidió invertir. Se compró una estación meteorológica, un dron, software para interpretar datos y maquinaria agrícola para realizar las labores en el campo capaz de trabajar a partir de ellos.

Marcos dispone de un dron multiespectral y un software de fotogrametría para interpretar la información

Búsqueda de mayores rendimientos

Gracias a esas mejoras, la explotación de Marcos es hoy más rentable. Ha conseguido aumentar en un 42% los rendimientos productivos de trigo y cebada pero reduciendo un 86% la utilización de fitosanitarios, un 30% los abonos y un 27% el gasóleo usado en el tractor.

Una de las medidas que está implementando son los anchos variables de siembra y la dosificación de fertilizantes y fitosanitarios basada en los mapas de cultivo obtenidos de los resultados de cosechas previas, aplicando mayores dosis de abono en aquellas zonas de la parcela que tienen más potencial para obtener mejores rendimientos. 

“Potenciamos las zonas más productivas con más nitrógeno, aquellas en las que el cultivo va a tener capacidad para aprovecharlo, y echamos menos fertilizante en otras, porque el exceso de nitrógeno no sirve para abonar y obtener más producción, se pierde y acaba en los ríos y arroyos”, explica. En cuanto a la relación coste-beneficio de aplicación de la tecnología, es tajante: “Yo tenía una abonadora manual y cuando le apliqué la apertura variable esa inversión se amortizó en el primer año”, asegura.

Marcos utiliza mapas de cultivo para delimitar las zonas más productivas

Rotaciones con cultivos mejorantes

Sus próximos pasos irán encaminados a un mayor cuidado de la fertilidad y la estructura del suelo, mediante la agricultura de conservación a través de siembra directa, con dosificación variable y abonado localizado.

Hacen también rotaciones con leguminosas para mejorar la estructura del suelo y fijar nitrógeno atmosférico. “La rotación de cultivos con leguminosa para nosotros es algo fundamental, ya que controlas la mala hierba y mejoras el abonado al mantener la materia orgánica en el suelo y la fijación de nitrógeno. De las 200 hectáreas que trabajamos 150 las tenemos a trigo, cebada y avena y las 50 restantes a leguminosas (guisante, veza o habas normalmente). De esta forma rotamos cada 4 años toda la finca para poner leguminosas. Eso nos permite mantener buenos resultados en los análisis de suelos y reducir abonos”, explica.

Reducción de los herbicidas a la mitad

El mismo criterio que sigue con el fertilizante químico (usarlo sólo donde es necesario y donde sirve para potenciar el cultivo) lo aplica también a los herbicidas y plaguicidas. “En siembra directa aplicamos el glifosato localizado al principio para no mover la tierra y si la finca tiene zonas donde no hay mala hierba, para que tratar con herbicida ahí?”, argumenta Marcos. Gracias a estas nuevas tecnologías que permiten aplicaciones selectivas ha conseguido reducir a la mitad el uso de herbicidas contra malas hierbas como el bromo, lo que equivale a un ahorro económico del 50% en el coste de los tratamientos y a un menor riesgo para el medio ambiente.

El pulverizador hidráulico dispone de regulación variable y corte de secciones

Toma e interpretación de datos

Toma de datos, interpretación y dosificación variable. Así podría resumirse la agricultura del futuro, un futuro muy cercano, tanto que ya está presente en explotaciones como la de Marcos, que dispone de un dron multiespectral y un software de fotogrametría para interpretar la información y utiliza mapas de cultivo para delimitar aquellas zonas más productivas.

La clave está en tomar decisiones acertadas, pero “un dato no vale lo suficiente si no sabes interpretarlo”, asegura. Cuenta además con una estación meteorológica propia que le permite afinar a la hora de escoger las condiciones idóneas de humedad, temperatura y velocidad del viento para pulverizar los tratamientos con fitosanitarios.

Siembran 150 ha con trigo, cebada y avena y 50 con leguminosas

Conducción autónoma

En cuanto a maquinaria de última generación, Marcos dispone de un tractor dotado con automatización y telemetría avanzada, una abonadora que permite aplicaciones a dosis variable y un pulverizador hidráulico don dosificación variable y corte de secciones.

La automatización de las tareas en campo, con el autoguiado, el giro automático en cabeceros y el diseño de trayectorias óptimas, ha permitido a Marcos reducir un 20% los solapes y optimizar el uso del tractor, cultivando más hectáreas en el mismo tiempo (con hasta un 60% menos de horas de trabajo y un 27% menos de combustible, lo que supone un ahorro económico y una reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera). Además, desde el punto de vista agronómico, “al pisar menos el terreno compactas menos el suelo”, destaca.

“Que vaya el tractor solo ya es algo básico”, dice. Pero, aunque el tractor realice todas las tareas de forma autónoma, debe ir sentado al volante igualmente, ya que en caso de levantarse el tractor se detiene. “Es una cuestión de normativa, que en muchos casos va muy por detrás de las posibilidades que ofrece la tecnología. Hay legislación obsoleta que supone un freno a la introducción de mejoras en el campo”, asegura.

Junto a esta brecha normativa añade también la brecha digital que sufren todavía hoy numerosas zonas rurales y que impide aprovechar al máximo el potencial de estas nuevas herramientas tecnológicas. “La cobertura de internet es básica. Si tú tienes un tractor 4G y no tienes conectividad nunca podrás hacer una agricultura 4.0”, evidencia. Finalmente, Marcos alerta sobre la avalancha de tecnología. “No toda la tecnología es útil, hay que analizar cuál es la que a ti te va a suponer una mejora. Y necesitamos que la tecnología sea sencilla e intuitiva”, reclama. La universalización de estas herramientas puede ser también una oportunidad para acercar a los jóvenes al campo y garantizar el relevo generacional en el sector.

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