VIGILANCIA TECNOLÓGICA

Nuevas tecnologías para mejorar en productividad y parámetros ambientales del olivar

Hablamos con el catedrático de Ingeniería Agroforestal Jesús Gil (Universidad de Córdoba) sobre las innovaciones que están permitiendo una evolución en el manejo del olivar

La mecanización del campo, que despegó a mediados del siglo XX, supuso una primera revolución agraria, que contribuyó a una mayor rentabilidad de los cultivos. En estos momentos, en un entorno cada vez más competitivo, la evolución tecnológica está permitiendo un nuevo paso adelante en la producción agraria, tanto a nivel de productividad como ambiental.  Conocemos el caso del olivar con Jesús Gil Ribes, investigador del Campus CeiA3 (Universidad de Córdoba).

“Los primeros avances significativos llegaron ya hace unas dos décadas. Tenemos que pensar que la producción de aceite se ha duplicado con una superficie poco mayor. En la actualidad estamos en una evolución de la tecnología en lo relativo a una mayor mecanización y a una recopilación de datos que informa al agricultor del estado del olivar, ayudando en la toma de decisiones. Si pensamos en el medio plazo, se están desarrollando equipos de recolección autónoma, entre otros avances, lo que es importante en un contexto de escasez de mano de obra”, valora Jesús Gil.

En el olivar conviven dos sistemas de cultivo, por una parte el sistema tradicional y por otra el cultivo intensivo en forma de seto, los dos ámbitos de aplicación de la tecnología. “Actualmente, está teniendo una expansión el olivar superintensivo, por estar muy mecanizado, pero también hay desarrollos en el olivar tradicional, por ejemplo en estudios de gestión del agua y resistencia a la sequía”, comenta Jesús Gil.

El investigador del CeiA3 señala que los avances tecnológicos llegan principalmente de la mano de la maquinaria.

Cosechadora continua en olivar tradicional

Evolución de recolección y tratamientos

En la recolección, “se está trabajando con cosechadoras para cultivo en forma de seto que ofrecen una gran rentabilidad, permiten hacer mucho trabajo con poca mano de obra. En el cultivo tradicional se está trabajando en el desarrollo de sistemas de recolección continua, que derriban y recogen la aceituna de una sola pasada y con una sola máquina”, explica Jesús, describiendo alguna línea de trabajo del proyecto Innolivar, de la Universidad de Córdoba, del cual es director.

En el ámbito de los tratamientos, la estrategia ‘De la granja a la mesa’ de la Unión Europea, que busca la reducción de fitosanitarios, la adaptación de nuevas tecnologías es un instrumento clave para conseguir el objetivo. “Los atomizadores convencionales son equipos muy rápidos y que consiguen efectividad a base de emplear mucho producto, es un sistema con mucha deriva. Están llegando equipos que permiten ser más eficientes y focalizar la aplicación en la zona necesaria. Equipos con sensores que miden el volumen del árbol y la densidad del follaje en tiempo real y así abren o cierran más boquillas para cubrir solo la zona necesaria”, explica Gil Ribes.

Datos para planificar y anticiparse a problemas

Los avances también llegan de la mano de la teledetección, pudiendo utilizarse la tecnología como un complemento a la observación visual del estado de los olivos.

“El uso de imágenes por satélite es muy efectivo para darnos una información del estado de la plantación en cada momento y así poder tomar las decisiones más oportunas, actuando en el momento justo. Con la recopilación de datos, podemos crear una base que nos permite crear modelos digitales y así, en función de las variables actuales, poder predecir situaciones con datos recogidos en el pasado. Esto es muy útil para anticiparnos a los problemas, así como para tratamientos biológicos que sustituyan a los fitosanitarios”, comenta Jesús.

Gráfico de un sistema de precisión para la innovación en la aplicación de fitosanitarios

Mejoras ambientales: cubiertas vegetales y agua

A nivel ambiental, otra línea de trabajo en olivar es la lucha contra la erosión, un problema que encuentra solución con las cubiertas vegetales, con las que trabajan en el proyecto Innolivar. Es un sistema que además está impulsado por la UE como eco régimen en la PAC. “Las cubiertas vegetales permiten obtener mayores producciones y retener suelo y agua, pero se necesita un correcto manejo, para el que la tecnología nos puede ayudar” reconoce Jesús.

El cambio climático es un reto al que toda la agricultura tiene que hacer frente y para ello, en el olivar, las tecnologías pueden ayudar a mejorar una gestión del agua que, ya de por sí, está muy optimizada.

“Cada vez llueve menos y llueve peor, si lo sumamos a que las temperaturas son mayores y se evapora más agua, el reto al que nos enfrentamos es complicado. Prácticamente la totalidad de los riegos son por goteo o con aspersores. Podemos monitorizar el estado de los olivos para hacer un riego deficitario, pero el olivo ya de por sí aprovecha muy bien el agua y los sistemas de regadío son eficientes”, comenta Jesús Gil.

Componente social de gestión del territorio

El olivar, como toda actividad productiva tiene un carácter económico, pero también un componente social y cultural. Las nuevas tecnologías permiten aumentar la eficiencia y la rentabilidad, pero no todas las zonas ni explotaciones son apropiadas para el uso de las máquinas más eficientes. “No es lo mismo un olivar de la zona de la campiña, con una producción de 12.000 kilos, donde se puede mecanizar todo el proceso, que uno de la sierra donde sacamos 1500 kilos y tiene más dificultades para la mecanización, además sin cultivos alternativos. No podemos dejar de lado todas esas explotaciones porque son muchas hectáreas de olivo, además del componente social que tiene el olivar en esas zonas, siendo la principal actividad económica junto al turismo. Políticamente debería tenerse en cuenta para que se mantenga la actividad” comenta Gil Ribes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *